José De Echave
Primero los petroaudios, el caso BTR y ahora Cofopri. El segundo gobierno de Alan García, como el primero, muestra una consecuente línea de conducta en materia de corrupción.
Las situaciones de corrupción hoy en día se pueden presentar de manera abierta y descarada -como los casos mencionados-; pero también pueden ser situaciones mucho más sutiles. Estos casos sutiles, lamentablemente aceptados hoy en día por los usos y costumbres en el mundo de la política y los negocios, implican por ejemplo la cercanía permanente de funcionarios de las empresas privadas con los políticos de mayor influencia, la usual contratación en esas empresas de militantes de los partidos de gobierno, que jugarán un rol de bisagra entre el mundo de los negocios y el poder político, lo que implica toma de decisiones y pago de favores.
Por ejemplo, al ex premier Jorge Del Castillo, le parece normal haber pedido favores para la empresa petrolera de propiedad de su amigo Julio Vera Gutiérrez, con quien hacía transacciones inmobiliarias de carácter personal. Lo ha hecho y seguramente lo ha visto hacer en los dos gobiernos apristas y desde el Congreso de la República, donde los lobistas empresariales actúan como en su casa.
Nuevamente los peruanos vemos como actúan los tentáculos de la corrupción y al mismo tiempo como se percibe una total ausencia de voluntad política para combatirla. Nadie le cree a un presidente que en su momento utilizó una serie de argucias legales para no dar la cara a la justicia y que ahora al mismo tiempo que “cuestiona” lo que pasa en Cofopri, deja que su partido proteja a los responsables políticos de los casos recientes de corrupción. Del Castillo y Quesada, se atrincheran en el partido de Alfonso Ugarte, de la misma manera como en su momento lo hizo el ex ministro aprista Aurelio Pastor, luego del escándalo del indulto al empresario de televisión José Enrique Crousillat.
El padre Marco Arana, líder de Tierra y Libertad, ha hecho una propuesta interesante: que los delitos de corrupción no prescriban. Hay que combatir frontalmente y sin medias tintas la corrupción. El tema de la corrupción es uno de los elementos claves que explica la profunda crisis de representación política y la enorme brecha que existe entre la población y los partidos políticos (los tradicionales y los no tan tradicionales).
Las encuestas señalan que más de la mitad de la población no cree en los partidos y quieren una nueva alternativa. Habría que preguntarse ¿cómo quieren que la población crea en los partidos políticos con estos antecedentes que se repiten una y otra vez?
Una tarea fundamental es recuperar el profundo contenido ético que la política debe tener, convertirla en una actividad profundamente creadora, que sea limpia, que rinda cuentas y que pueda convocar a la participación ciudadana.
Se debe castigar a los corruptos con leyes más fuertes, pero también los ciudadanos haríamos bastante si no votamos por candidatos que tienen un pasado vinculado a la corrupción. Ahora, que entramos a una nueva coyuntura electoral, que la memoria no nos vuelva a fallar.
Doctor en Economía por la Universidad de Paris, Sorbonne Nouvelle. Ha sido consultor de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para la elaboración del estudio Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo en el Sector Minero en el Perú y coresponsable de la investigación sobre Minería y Comunidades: Manejo de Recursos Naturales y Pobreza para la Universidad de Massachussets y el Political Economy Research Institute (EEUU). Igualmente, es miembro del grupo promotor de la Red Mundial sobre Minería.
http://www.cnr.org.pe/pluma-y-oido.shtml?x=8882
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